Uno de los elementos que frecuentemente veo que influye en las dificultades y disfunciones sexuales de los hombres a quienes atiendo es la construcción de masculinidad. ¿A qué me refiero con eso? A los estereotipos de como debe ser un hombre.

En relación al encuentro sexual se supone que los hombres “deben saber como hacerlo”, en un contexto donde la educación sexual no suele incluir los aspectos placenteros de la sexualidad, lo que lo hace complejo por desconocimiento del funcionamiento de los cuerpos. Además, es frecuente que aprendan de la pornografía que no ofrece un modelo realista de como es la respuesta sexual ni de como suelen ser la mayoría de los cuerpos.

En la pornografía, si bien hay diversidad, es común que se muestre un guion donde la actividad sexual se centra en la penetración de larga duración omitiendo la relevancia de otros estímulos y que el erotismo es mucho más amplio. Esto genera mucha presión sobre la necesidad de “rendir” traducida en tener una erección firme y duradera.

La búsqueda de cumplir cierto canon se puede dar en hombres de todas las orientaciones sexuales. Es frecuente la evitación de la actividad sexual o el uso de medicamentos como el Viagra o compuestos de otras marcas con el mismo principio activo que es el Sildenafil. Este fármaco es usado con frecuencia por quienes que no lo necesitan ya que no tienen un problema de causa biológica que dificulte la erección, sino que uno originado por elementos culturales y psicológicos. En estos casos su uso es para obtener “seguridad” pudiendo generarse con el tiempo dependencia psicológica al Sildenafil ya que es posible que se tenga miedo a enfrentarse a la actividad sexual sin “un apoyo”.

Hombres homosexuales, bisexuales u otras orientaciones no heterosexuales, a las estrategias ya nombradas de usar medicamentos o evitar la actividad sexual pueden sumar la opción de no penetrar, sino que ser siempre penetrados. Si bien es cierto que puede haber preferencias personales por realizar unas u otras prácticas sexuales o tomar ciertos roles en la relación, en algunos casos puede ser una forma de evitar enfrentarse al miedo a fallar que implica que su erección sea necesaria para la actividad a realizar.

¿Qué hacer ante estas situaciones?

Algo fundamental es comenzar a descentrar la actividad sexual de solo la penetración y aprender a disfrutar las otras posibilidades más allá de lo genital como el tacto, las caricias, los besos, el roce de los cuerpos, etc.  Poder gozar de todo el cuerpo es algo que muchos hombres desaprovechan al explorar su erotismo principalmente centrado en el pene o sumando solo áreas como la boca y/o el ano, desestimando las posibilidades que tenemos al tener una extensa piel sensible a estímulos como el tacto, la presión y los cambios de temperaturas.

Es bueno comenzar a ver el encuentro sexual como un espacio para disfrutar con otro, de placer compartido y comunicación, no como una prueba de rendimiento. Disfrutar de todo el proceso y no centrarse en una meta a la cual es necesario llegar.

Es recomendable tomarse sin gravedad lo que no salga como lo esperamos, es decir, si por ejemplo se pierde la erección o se eyacula antes de lo que se tenía planeado no convertir eso en una “tragedia”, ni menos etiquetarse como “impotente”, “eyaculador precoz” o pensar que por una “falla” ocasional se tiene “disfunción eréctil”. Quizás este es uno de los puntos más complejos de cambiar debido a las construcciones de como debe ser la sexualidad masculina basada en el rendimiento y en que un “verdadero hombre” siempre quiere y está dispuesto a tener un encuentro sexual. Es necesario cambiar la necesidad de “rendir” y de “hacerlo bien”, por un modelo donde el disfrute y el encuentro sean lo central.

Es frecuente que una “falla” en lo sexual se tome como un gran fracaso debido a que las expectativas y estereotipos en torno a la masculinidad suelen incluir el cumplir ciertos parámetros sexuales como parte de la identidad de “ser hombre”. Esto hace que para muchos el “fallar” sexualmente sea considerado algo que atenta contra su “masculinidad”

Si aprendemos a flexibilizar estos parámetros y a quitarle gravedad a que el cuerpo no responda exactamente como lo esperamos o no funcione como nos muestra la pornografía es posible disfrutar más. Es hora de cuestionar ¿Es acaso la erección tan importante para el placer sexual? ¿Qué tan relevante es el tiempo de duración de la penetración?

Si bien una erección permite penetrar hay muchas otras posibilidades eróticas para disfrutar. Además, si no se logra o en algún momento se pierde la erección es posible que luego, a través de los estímulos, pueda aparecer.

A veces la presión por que exista una erección viene de parte de con quien se está compartiendo el encuentro sexual. Algunas mujeres, que también ha sido criadas con la idea de que el hombre “siempre quiere” y “debe rendir”, cuando ven que no hay erección o esta se pierde puede que les aparezcan algunos miedos.  Así como los hombres suelen ser socializados en ciertos parámetros de masculinidad las mujeres suelen ser criadas con muchas inseguridades sobre su imagen corporal, lo que puede llevarlas a atribuir la falta de erección como debidas a su falta de atractivo o a no ser queridas. Sin embargo, en muchas ocasiones lo que hay detrás de una dificultad de erección suele ir por el lado del estrés, la presión por el rendimiento, el miedo a fallar, la ansiedad, la facilidad para desconcentrarse, el efecto secundario de un medicamento, una enfermedad u otras causas, que no tienen que ver con el atractivo de la pareja.

También puede pasar que la pareja, ya sea hombre, mujer u otra identidad, se moleste o enoje  manifestando su frustración de que las cosas no sucedan de acuerdo a sus expectativas, lo que suele suceder debido a una falta de educación sexual, de empatía, falta de tolerancia a la frustración u otros motivos. Para que esto no ocurra es importante el aprender a fluir en un encuentro sexual desde la comunicación, viviéndolo como un espacio de placer compartido idealmente sin tener una idea rígida de que tiene que suceder, disfrutando el proceso más que una finalidad y sin buscar imitar las películas porno u otros “ideales”.

Para finalizar quiero dejarles la invitación a  bajar la presión de rendir en la actividad sexual y centrarse en el encuentro más que en resultados. A que si a ti o con quien estás compartiendo le sucede que cuesta lograr una erección o se pierde no tomarlo como algo grave, sino que parte de lo que puede ocurrir. A darse el espacio para explorar otros estímulos y posibilidades, tocarse, acariciarse, besarse, etc.

A que si sientes que algo no esta funcionando bien o te incomoda en la actividad sexual te des la posibilidad de conversarlo y buscar maneras de resolverlo.

Y si no logras, ya sea de manera individual o en pareja, solucionar lo que no anda bien en el encuentro sexual te recomiendo buscar ayuda especializada. En mi experiencia clínica he comprobado que mientras antes se consulte por una dificultad sexual es más sencillo y rápido resolverla. Si bien no es fácil atreverse a hacerlo algo frecuente que me dicen quienes llegan a atenderse conmigo es “tendría que haber venido antes y me hubiera evitado pasarlo mal tanto tiempo”.

Escrito por: Magdalena Rivera, Médica Sexóloga, Directora Escuela Transdisciplinaria de Sexualidad.