En los últimos años han circulado discursos que plantean que los Derechos Sexuales, e incluso los Derechos Humanos (de los que son parte), atentan contra la libertad de las personas al imponer ideas desde organismos internacionales. Estos argumentos suelen apelar a la libertad de los individuos, generando miedo a que la libertad se pierda por la imposición del respeto a los Derechos Humanos en general, y a los Derechos Sexuales en particular. 

Dentro de las definiciones que podemos encontrar sobre libertad están “facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos” y “en los sistemas democráticos, derecho de valor superior que asegura la libre determinación de las personas”. Si queremos que sea posible ejercer la libertad a nivel de individuo es fundamental que existan formas en que se regule la restricción de esta por parte de otros individuos o por estructuras de poder.

Si bien el concepto de Derechos Humanos ya existía, fue luego de considerar algunas de las atrocidades ocurridas, tanto en la segunda guerra mundial como en años previos, que nace la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Fue firmada en 1948 con el objetivo de evitar, o al menos disminuir, el abuso de los estados contra las personas. Uno de los hechos que se intentó prevenir que ocurriera nuevamente es que un gobierno decida el exterminio masivo de personas ya sea por su raza, nacionalidad u otras características como ocurrió en Alemania bajo el control Nazi. Los Derechos Humanos se plantean entonces como una forma de protección de la libertad de las personas ante totalitarismos y violencias estatales.  

Al pasar los años se fueron generando nuevas declaraciones y especificaciones por temas, siendo los “Derechos Sexuales” o “Derechos Sexuales y Reproductivos” (según de qué declaración se trate) la bajada específica a temas vinculados con la sexualidad de los Derechos Humanos.

Suele existir consenso en países como Chile de que el Holocausto fue terrible y no debería repetirse. Entonces ¿Por qué hay personas que dicen estar en contra de los Derechos Humanos? ¿De dónde nacen estas ideas? ¿Por qué hay personas a quienes les hace sentido? ¿Qué interpretaciones se dan a estas declaraciones y tratados? ¿A quienes les “conviene” el desprestigio de los Derechos Humanos? ¿Por qué hay campañas activas contra los Derechos Sexuales? 

 

Las respuestas a estas preguntas son complejas y hay múltiples factores influyendo, por lo que no es la intención de este artículo dar respuestas acabadas, sino que plantear algunas reflexiones al respecto.

 

Las declaraciones y tratados sobre Derechos Humanos proponen ciertos deberes y límites sobre qué puede hacer un estado con las personas, incluso si son democráticamente elegidos. Interpretar esto como una intromisión en asuntos propios del país desde organismos internacionales es lo que plantean algunos discursos que contraponen Derechos Humanos a Libertad. Sin embargo, Hitler y la ideología Nazi llegaron por elecciones al poder, lo que lleva a la pregunta ¿Eso entonces hace válido que mataran a millones de ciudadanos buscando una “pureza racial”? ¿Estaría bien que nadie desde fuera se entrometa en los asuntos de un país que mata masivamente a sus ciudadanos? ¿Es restringir la libertad el buscar impedir este tipo de sucesos?

Dado que los gobiernos tienen mucho poder, incluyendo a las fuerzas armadas, es que se hace necesario que desde instancias internacionales existan sistemas para proteger a las personas de los abusos que se puedan cometer. Esto claramente no garantiza que no suceda, pero al menos permite cierta regulación y límites a la “libertad” de oprimir desde quienes están en el poder. 

Otro elemento que puede estar tras el rechazo de los Derechos Humanos es el desconocimiento de ellos y el miedo a lo desconocido. Al no saber de qué se tratan pueden surgir temores a la imposición de formas de vida distintas a la propia desde los organismos internacionales y así causar reticencia. 

El artículo 2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”. Esto implica la aceptación de que personas distintas a la propia comunidad también tienen los mismos derechos. Hay discursos nacionalistas que plantean cierta superioridad de quienes son de un país específico con argumentaciones que generalizan desde pocos casos, no incluyendo la complejidad de las variables, presentando solo lo que les acomoda e incluso falseando datos, para culpar a las personas migrantes como causantes de problemas tales como la pobreza, la inseguridad y más. Dentro de los objetivos de propiciar estas ideas puede estar ocultar las causas reales, como la concentración de la riqueza en pocas personas o ganar votantes con algo que “vende” apelando a miedos y estereotipos. Los discursos nacionalistas al poner al “otro” como enemigo son un terreno fértil para la validación de las violencias sistemáticas hacía ciertos grupos de personas, tal como ocurrió en la Alemania Nazi. 

Los mecanismos de defensa ante la propia historia y los dolores que se han vivido son un punto a considerar  especialmente en el rechazo a los Derechos Sexuales. Acercarse a estos temas puede generar que las personas se den cuenta de dolores en sus propias vidas donde no hayan sido respetados sus derechos. Una de las formas de enfrentar los traumas es la negación, y así es posible que se tomen posturas en contra para evitar el dolor de ver la propia historia. Por ejemplo, como parte de los Derechos Sexuales, se plantea el poder vivir una vida libre de violencia en relación a la sexualidad. Lamentablemente hay muchas personas que tienen historias en que este derecho no fue respetado, como sucede en el bullying por no acomodarse a las expectativas de ser hombre o mujer, en los abusos sexuales, en el acoso sexual entre otros ejemplos, en entornos donde era tabú el tema y no pudieron hablar de sus inquietudes.

Está también el miedo a perder los derechos propios porque se garanticen los de otras personas. Esto se  exacerba en un contexto como el actual, de cierta inestabilidad sociopolítica a nivel mundial. Además hay quienes alimentan estas ideas planteando que, si otra persona tiene derechos quien ya los tiene los perderá. Un  ejemplo de esto es la idea de que “el matrimonio homosexual debilita el matrimonio heterosexual”, cuando el que todas las personas tengan derecho a casarse no afecta el de quienes ya lo tenían. 

Por otro lado, mientras mayor sea la garantía para todas las personas del respeto de un derecho, menos riesgo hay de que los de una persona específica dejen de respetarse. Si son solo para cierto grupo es posible sentirse protegido cuando se está dentro de él, pero el riesgo de perderlos estará siempre. Bajo la idea de que los derechos son solo para una parte de la población, les invitamos a realizarse estas preguntas ¿Qué garantiza que luego no cambie el criterio y quedemos fuera? ¿O qué pasa si en un accidente quedamos con una discapacidad y los derechos de esas personas no han sido garantizados?

Otra motivación para tener un discurso en contra de los Derechos Humanos es que su validación limita las posibilidades de poder violentar a otras personas. Lamentablemente hay quienes quieren imponer gobiernos e ideas totalitarias, por lo que los tratados que les impidan o dificulten eso les parecen mal. Incluso pueden generar estrategias para convencer a otras personas que estos tratados son dañinos, llegando a crear y difundir noticias falsas. Quienes violentan sexualmente a otras personas también pueden tener interés en generar discursos de miedo, especialmente ante el Derecho a la Educación Sexual Integral. Esto debido a que, mientras más se cumpla este derecho, más aumenta su riesgo de ser denunciados y la posibilidad de que potenciales víctimas se defiendan.

Tanto los Derechos Humanos como los Derechos Sexuales no son algo “perfecto” ni la solución mágica a las violencias en el mundo y son transgredidos constantemente. Sin embargo al plantear que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”, se está proponiendo una base de respeto a la dignidad y libertades de todas las personas. No son una “verdad revelada” ni es necesario aceptarlos de manera total sin analizar qué proponen o qué implican. Es interesante poder leerlos, comentarlos, actualizarlos e incluso crear propuestas de mejoras y adecuaciones.

Muchas de las críticas que se hace a los Derechos Humanos como limitantes de la libertad no proponen algo nuevo y mejor para evitar las violencias, sino que alternativas que generan escenarios donde es aún mayor el riesgo de estados totalitarios y restricción de libertades individuales. Van acomodando los argumentos para convencer que las limitaciones y exigencias a los gobiernos por organismos internacionales solo generan daños, dejando de lado la gran cantidad de ejemplos en que los estados han vulnerado a sus propios ciudadanos.

Para ir cerrando este artículo, que pretende abrir el análisis del tema más que llegar a conclusiones, dejamos algunas preguntas: ¿Los Derechos Humanos (en general) y los Derechos Sexuales (en particular) qué efectos tienen sobre la libertad? ¿Cómo podemos buscar formas de lograr disminuir las violencias y permitir las libertades de todas las personas? ¿Qué lugar tienen las declaraciones y tratados de Derechos Humanos en esto? ¿Qué nos muestra la historia y la realidad actual sobre estos temas? ¿Qué libertades queremos proteger y de qué forma podemos hacerlo? ¿Cómo nos gustaría que fuera el mundo y de qué maneras podemos avanzar para lograrlo? 

 

Referencias: