Por Constanza Bartolucci Konga.

 

Debo admitir que siempre he sido una defensora de lo clásico. Desde los automóviles, pasando por las motocicletas, hasta las cosas más sencillas de la vida. A pesar de comprender las comodidades del e-book, jamás he podido reemplazar mis viejos libros roñosos llenos de marcas, post-its y puntas dobladas. Sin dejar de mencionar el inmenso placer que sentir el olor de estos me produce.

Por la misma razón, cuando se me presentó por primera vez la posibilidad de hacer terapia sexológica online pensé: “uf… sí, es una buena opción en algunas circunstancias, pero por ningún motivo la primera opción o reemplazante de lo habitual y clásico”. En ese momento, y según las circunstancias de los pacientes que atendía por esta modalidad, pensaba que efectivamente, dado que la sexología clínica es un ámbito de la salud que pocas profesionales abordan, esta modalidad era una excelente solución para personas que se encontraban en otras áreas geográficas, tanto fuera de Chile (especialmente pensando en lo centralizado de nuestro país) como incluso en a nivel internacional. Sin embargo, probablemente por mi deformación profesional de base, médico cirujano, no dejaba de “hacerme ruido” el no tener la posibilidad de examinar a mis pacientes. Lo que, desde el área sexológica, es especialmente importante en todos los trastornos del dolor. Tema que la verdad se solucionaba rápidamente contando con profesionales de confianza con los que se pudiera establecer una red de derivación y comunicación fluida.

Ya han pasado bastantes años desde esa primera vez. Actualmente resido en Barcelona, y el flujo y las razones por las cuales sigo manteniendo esta modalidad de atención terapéutica, atención clínica sexológica on-line, es cada vez mayor y variado. Así como mi agrado por ejercerla, aceptarla y considerarla como otra herramienta tan válida como la terapia clásica. Tengo pacientes a los que les acomoda por razones varias: no moverse de su casa o lugar de trabajo, por ejemplo, para ahorrar el tiempo de traslados o por el cuidado de los hijos; otros simplemente residen en países en los que la terapia sexual aún no está tan desarrollada; algunos son pacientes antiguos que han decidido retomar terapia por distintos motivos y prefieren continuar conmigo a distancia; a otros les genera pudor ir a un centro especializado en sexualidad y ser vistos ahí, etc.

Las razones son variadas, pero lo que más destaco de esta experiencia es que, considerando el cómo se mueve el mundo hoy en día, la posibilidad de la atención clínica sexológica online es una realidad creciente que se adapta a las necesidades de la población y que nos permite otra manera válida de acercarnos a nuestros pacientes, cumpliendo con los objetivos básico de brindar una adecuada atención clínica que permita a las personas ejercer de forma plena sus derechos sexuales y reproductivos.

 

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